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LA NAVIDAD SUMERGIDA EN LOS DEBATES DEL PUEBLO EN PLAZA SAN MARTIN

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A  pocas horas de la víspera de navidad, me encontraba impacientes por llegar a la Plaza San Martin, me sentía presa de mi propia bondad, manipulado por mi propia manipulación, yo quise llegar al único rincón donde se pierde la vanidad, la discriminación, el clasismo, pues las ideas son lo único que prevalece y el debate nos hace mejorar nuestras posturas y una forma de ver más razonable a la realidad de nuestro país.
Mis padres iban a visitar a su ahijada, el panetón D’Onofrio infaltable en los obsequios de mi madre, algunos chocolates de la marca Cusco y  un regalo mediano, acompañaban el asiento trasero donde me encontraba. En un determinado punto baje del carro de mis padres, y me dirigí a la Estación Metropolitano.
No saben la indignación que me dio, al darme cuenta que el pasaje subió a s/. 2.50. Supongo que todos los limeños nos sentimos indignados por esta injusticia, - me preguntaba, mientras echaba las monedas a la máquina -.
Por encontrarse monopolizado los medios de transporte, se aprovechan en subir el precio con total conchudes. Pero ningún medio de comunicación o algún congresista se pronuncian sobre esto, todos están distraídos en la “Cortinasa de humo más grandes que las ventanas del Palacio de Gobierno”, pero más pequeño que la boquita de la Primera Dama. - Es lo que pensaba hasta chocar con la esquina de dicha plaza, por Jirón de la Unión -.
Siendo las 21:42 minutos, llegué al ruedo donde estaban las mismas personas, por ahí unos que otros amigos me saludaron, y converse con uno de ellos, le pregunté: ¿dónde vas a pasar la Noche Buena?. Me respondió: - Yo soy sólo en Lima brother, mis padres están en Ayacucho, la pasaré escuchando los debates -.
Su respuesta hizo que quisiera volver a casa inmediatamente y abrazar a mis padres y contarles chiste y reír, pero estaba lejos de ellos, viendo aproximadamente 30 personas en el ruedo sin apuro de nada, y comprendí que a veces uno necesita pasarla con otras personas indirectamente, cuando se está sólo en una ciudad tan grande y tan individualista. Mientras me iba alejando de ese lugar, las puertas de las galerías sonaban al cerrarse cada vez más fuerte, y las calles quedaban solitarias.

Volví a introducir mis s/. 2.50, en la máquina, me pare en la estación Jr. De la Unión, y justo llegó el bus A del metropolitano y vi a muchas personas cansadas, pero contentas con sus canastas navideña, igualmente mi disgusto por el incremento del pasaje, hacía que mi navidad sea desagradable,  volviendo a pensar. – Como estos empresarios quieren empobrecer más al pueblo, y que triste ver que mi pueblo votara nuevamente por un Alcalde delincuente - Bueno apago la laptop.

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